jueves, 30 de diciembre de 2010

Etapa 5: Amenal - Santiago de Compostela: el abrazo al Señor Santiago

Nos sorprendió la amabilidad de la camarera del Hotel Amenal, donde hicimos noche. Un exquisito Cordon Blue y un delicioso tiramisú casero nos sirvieron de cena. Charlando con ella le contamos que íbamos a salir la mañana siguiente muy temprano y se comprometió a dejarnos en recepción un desayuno para que no saliéramos en ayunas hasta el primer bar, una hora larga más allá pasado Lavacolla.

Como el despertador estaba programado a las 5.45 nos acostamos muy pronto. La temperatura era adecuada, la cama quizá la más cómoda de todo el Camino, pero sin embargo dormimos mal. Serían los nervios previos a la entrada en Santiago. De hecho a las 5.45 no sólo estábamos levantados y vestidos sino que habíamos dado cuenta de los zumos, Colacaos y trozos de tarta de Santiago que habían dejado para nosotros en recepción.

Bien abrigados y con los frontales de luz arrancamos nuestra etapa al pie mismo del hotel que nos había alojado. Una larga subida hasta Cimadevilla rodeados de oscuridad, oscuridad y oscuridad. Seguimos con la misma tónica, pero con una subida menos pronunciada hasta alcanzar las pistas del Aeropuerto de Santiago. Cuando rodeábamos la pista, el primer vuelo de Iberia con destino a Madrid despegó con su enorme estruendo. Alcanzamos la conexión con la autovía de Lavacolla y allí nos cruzamos con un peregrino coreano que también venía andando de noche. Su ritmo era muy lento y cojeante por lo que decidimos dejarle atrás.

Cruzamos, asustados varias veces por perros de ojos brillantes en la oscuridad, los pueblos de San Paio y Lavacolla. Y junto a su Iglesia, tomamos el primer tentenpié del día en el sucísimo bar Botana. Al salir del bar nos encontramos con la pareja de peregrinos que ayer dejamos dudando si dormir en Amenal o en Lavacolla. Durmieron aquí y el exceso de kilometraje y no haberse preparado en absoluto (eso nos dijeron) les tenía roto. Comienza a llover con fuerza y ellos deciden refugiarse en el porche de una casa de las primeras cuestas del Monte del Gozo.

La subida se hace durísima, porque lo es, pero la lluvia termina de complicarla más. Amanece poco a poco por lo que ya no necesitamos la luz portátil, pero el agua no da tregua. Llegamos empapados a la primera cima, junto a la TVG y el Camping San Marcos, pero hasta llegar a la segunda cima, el agua todavía arrecia más.

Junto al fantasmagórico complejo del Monte del Gozo vemos un cartel que indica 4,7 kilómetros para la Catedral. Nuestro ánimo se viene arriba. Quedan unos minutos para las 10 e incluso parece que llueve menos. Decidimos no parar. Comemos sobre la marcha unas barritas de chocolate y caminamos la larguísima e interminable entrada a Santiago. Vueltas y más vueltas, pasos de peatones, coches, lluvia, gente... Pero ni rastro de las torres de la Catedral.

De pronto antes de tomar la Rua de San Pedro, al fondo aparecen los pináculos del Obradoiro. Sigue lloviendo pero da igual, sigue el ruido, pero da igual; siguen los dolores en las piernas y en la espalda pero da igual. Parece que tenemos alas y corremos por las calles antiguas de la ciudad. La Porta del Camiño, la Plaza Cervantes, la Calle de la Inmaculada, la plaza de las Quintanas...

Bajamos rápidamente a la oficina de Acogida del Peregrino para sellar nuestras credenciales, conseguir nuestra Compostela y dejar en la consigna las maletas. La TVG nos hace una entrevista. Y rápidamente volvemos hacia la Catedral para asistir a la solemne procesión de la festividad de la Traslación del Apóstol. Vemos volar el Botafumeiro sobre nuestras cabezas y asistimos a la Misa de Peregrinos. Al terminar esta contemplamos al Apóstol en el altar, al del Maestro Mateo del Pórtico de la Gloria. Ganamos nuestra indulgencia plenaria, y al salir de nuevo a la Plaza del Obradoiro, ahí empieza el Camino de verdad. Todo lo que hemos pensado y propuesto en estos días debe comenzar ahora.

Cuenta la leyenda que hay una sombra que acompaña al peregrino durante el largo viaje del Camino de Santiago, y que, aun sintiendo su presencia en las etapas mas duras, solo hay un lugar donde el caminante puede encontrarse con ella. En la plaza de la Quintana y cuando el sol no alumbra, aparece "El Peregrino Escondido". A partir de ese momento, acompañará al caminante en el resto de las rutas de su vida, guiándolo por el camino correcto.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Etapa 4: Ribadiso de Abajo - Amenal: otra paliza pero sin dolor

En Casa Vaamonde descansamos de lo lindo. La hospitalidad de Ramón y María cubren de larguísimo las pequeñas deficiencias de la Pensión (apenas hay cobertura de Movistar, la decoración es bastante hortera...). Tras la ducha y el descanso, lectura, deberes y partidas de oca y parchís en el salón. Temprano subimos al comedor para disfrutar de una deliciosa e interminable cena: para abrir boca, en el centro de la mesa un plato de embutidos (mención aparte merece el chorizo casero) y una docena de croquetas de pollo caseras; un plato de sopa, una tortilla de patata, lomo a la plancha y una enorme ensalada de lechuga y tomate. De postre un plato de queso fresco casero con membrillo y un flan también casero. Casi rodando por las escaleras bajamos al dormitorio donde a las 21.30 ya dormíamos.

A las 7 de la mañana, con noche cerrada, pero sin lluvia desayunábamos café, colacao, galletas y una fuente de tostadas con mantequilla y mermelada. Antes de las 7.30 y con las primeras luces de la mañana María nos dejaba de nuevo junto al albergue de Ribadiso, donde arrancamos nuestra penúltima etapa. La larguísima rampa hasta Arzúa sin duda se hace mejor con el estómago llego y cargados de energía. Atravesando la ciudad nos encontramos con una madre y un hijo canarios que quieren llegar hoy hasta Santiago. Tienen por delante 37kms, pero tienen que tomar un avión el 30 por la mañana, por lo que no tienen muchas alternativas. Sellamos en la Parroquia de Santiago y poco a poco vamos dejando la ciudad cuando ya empieza a amanecer con fuerza y la luz nos muestra negras nubes que cubren el cielo por completo.

El Camino se introduce en un bello bosque y se alarga muchísimo hasta llegar a mostrarnos una interminable hilera de peregrinos, que se detiene bruscamente cuando comienzan a caer con fuerza las primeras gotas de lluvia. Nosotros decidimos esperar y adelantamos a la pareja de Toledo que está poniéndose las capas con cinta adhesiva y todo. Están bastante mejor y quieren hacer noche en Arca para llegar a Santiago el 30 a comer. Bosque y más bosque con suelo algo embarrado es lo único que vemos hasta Calzada, donde al final del pueblo paramos a tomar un café. Allí nos encontramos con tres peregrinas jóvenes que quieren llegar hasta el Monte del Gozo y con un peculiar peregrino, con un bordón en forma de cruz con una enorme calabaza que vimos bajar del tren en Sarria.

Los breves aguaceros, bastante soportables se combinan con el fuerte viento que a veces llega a molestar bastante. La cercanía de la carretera Nacional llena el camino de ruidos de coches y camiones, que resultan más suaves, pero más molestos que los ruidos de los aviones, porque estos nos hablan de la cercanía de Compostela.

Cruzamos varias veces y de forma arriesgada la Nacional y nos encontramos con la pareja que ayer dejamos en el albergue de Ribadiso, y con una peregrina que vimos en Eirexe y que apenas puede caminar. Reponemos fuerzas con chocolate y agua junto al monumento a Guillermo Watt (peregrino fallecido en 1993 a una etapa de llegar a Santiago) y a buen ritmo llegamos hasta Empalme. Allí comemos el "plato del peregrino" (lentejas y filete con patatas) y volvemos a encontrarnos con el peregrino de la Cruz y la calabaza. Entra en el bar, pide una cerveza, pregunta si la dueña está todavía viva y antes de que le respondan sale del bar dejando allí la cerveza.

Una vez comidos volvemos al sendero que cruza un bosque de altísimos eucaliptos pegado a la carretera. Recuerdo que en mi último Camino en es bosque uno de mis compañeros de peregrinaje tuvo una reacción alérgica y tuve que correr hasta el Centro de Salud de Arca para avisar al médico (aunque suene raro, en el año 99 los móviles no eran tan comunes). Lluvia suave pero incesante nos acompaña por Rua y Pedrouzo. No nos detenemos en el pueblo sino que seguimos el Camino por fuera atravesando otro bosque de eucaliptos y finalmente unas huertas cuando Amenal ya aparece ahí abajo, y las pistas de aterrizaje de Lavacolla ahí arriba.

En el Hostal Amenal, recién inaugurado nos quedamos a dormir. En el comedor otra pareja de peregrinos duda si seguir hasta Lavacolla o quedarse también en el hotel.

Ducha, descanso y cena temprana, que mañana toca madrugar demasiado para poder llegar a abrazar al Apóstol antes de la Misa del Peregrino.

martes, 28 de diciembre de 2010

Etapa 3: Palas de Rey - Ribadiso de Abajo. Al final, lluvia de verdad.

La cena en el hotel La Cabaña resultó de lo más agradable. El servicio cordial, la comida excelente y para rematarlo todo nos invitaron a una formidable degustación de quesos de la Ulloa acompañados por un increíble dulce membrillo casero. Desde el comedor nos fuimos a nuestra habitación, situada en un edificio anexo. La noche estaba muy fría y húmeda y quizá por eso los dueños del hotel decidieron que no pasáramos frío y mantuvieron la calefacción encendida toda la noche.

Compartimos el temprano desayuno con cuatro peregrinos que no conocíamos y que no volvimos a ver y con una familia gallega al completo (abuelo, hijos y nietos) que iban a caminar desde Palas de Rey hasta Melide con un coche de apoyo. Todavía de noche comenzamos nuestra ruta. De momento el cielo parecía que nos iba a respetar. Atravesamos el pueblo de Palas que todavía despertaba. Sellamos en el ayuntamiento que acababa de abrir y a buen ritmo empezamos el tobogán que dibuja el perfil de la etapa. Subidas y bajadas por senderos muchas veces embarrados y otras literalmente ocupados por el agua.

En Mato Casanova hicimos nuestra primera parada junto al albergue municipal. Mientras descansábamos comenzó a llover. Sacamos nuestras ropas de agua y nos vestimos bajo el porche del albergue. Fue volver a la ruta y dejar de llover. Caminamos un tramo con la familia gallega al completo pero no van demasiado preparados y pronto se quedan atrás atendiendo sus pies ya lesionados.

La ropa de agua empieza a axfisiarnos y aunque el cielo sigue amenazante decidimos quitárnosla junto a la encantadora Iglesia de Santa María de Leboreiro. Hace bastante calor y venimos sudando desde hace un rato. Cosa que se agradece al recordar el frío polar que pasamos el primer día.

Casi arrastrados cruzamos el penoso Polígono Industrial de Melide torpemente situado junto al Camino y junto a varios monolitos de las Damas y Caballeros del Camino de Santiago (vanidad de vanidades, todo vanidad). El puente medieval de Furelos enciende nuestra reserva límite que agotamos en la larguísima cuesta hasta Melide donde llegamos sin fuerzas. Nos dejamos caer en la Pulpería Ezequiel. Ciertamente su pulpo y su vino turbio son dignos de mención. Pero poco más. Por contra, el servicio distante y el local poco acogedor e incómodo nos deja fríos. Nada que ver con la comida de ayer en Conde de Waldemar.

Cuando volvemos al Camino nos encontramos con los cuatro jóvenes madrileños que finalmente hicieron noche en Palas de Rey. Uno de ellos viene cojeando visiblemente. Nos cuesta retomar el ritmo pero poco a poco vamos entrando en calor y seguimos bajo unas nubes amenazantes de lluvia subiendo y bajando por Santa María de Melide, Boente y Castañeda. Allí sellamos una vez más nuestra credencial y compartimos conversación con un peregrino que camina solo. En el larguísimo repecho que lleva hasta la zona de las antiguas "escaleras de Borrell" (hoy sustituidas por un puente) nos adelanta una peregrina que encontramos ayer en Eirexe. Lleva un ritmo vertiginoso. Y allí empieza el diluvio.

Estamos a 3 kilómetros de nuestro fin de etapa pero el agua cae con fuerza. Cubrimos la mochila y volvemos a enfundarnos la ropa de agua para caminar durante casi cuarenta minutos bajo una lluvia torrencial. Cruzamos el puente de Ribadiso que da paso al albergue con entusiasmo y nos cobijamos en el refugio. Allí coincidimos con una pareja catalana que llevan caminando desde Roncesvalles y llegarán a Santiago con nosotros.

Llamamos a Ramón, de Casa Vaamonde (una pensión situada a 4 kms del Camino) para que venga a buscarnos. Su mujer viene en un coche y nos acerca hasta la enorme explotación ganadera en la que se encuentra su casa de huéspedes. Ducha reparadora y descanso, mientras fuera sigue el diluvio, para afrontar las dos últimas etapas hasta abrazar al Apóstol.

Las piernas y pies cada vez duelen más, pero el corazón a cada paso se acelera más. Los aviones que aterrizan en Lavacolla ya se escuchan y el Apóstol se siente más cerca.

Mañana, un suave trámite de 24 kms entre Ribadiso y Amenal en espera de la gran aventura del día 30: la llegada a Santiago haciendo parte de la etapa de noche.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Etapa 2: Portomarín - Palas de Rey: Soledad y lluvia

Tras una poco afortunada cena en el gélido comedor de la Pousada de Portomarín (os prometo que no funcionaba la calefacción en las zonas comunes, con la que estaba cayendo fuera) nos retiramos a descansar. A las 21.30 ya roncábamos. Y descansamos bastante bien rodeados de silencio. No en vano éramos los únicos huéspedes del hotel esa noche. Por la mañana un desayuno para cargar fuerzas a base de embutidos, tostadas, zumo de naranja y café. Y vaya si había que cargar fuerzas!!

En la puerta del albergue nos encontramos con la pareja de Toledo y salimos juntos del pueblo. Volvemos a cruzar el Miño por un estrecho puente metálico y comenzamos una interminable subida primero entre gigantescos árboles y luego paralelos a la carretera Nacional. Es absolutamente deplorable la cantidad de suciedad que hay a cada lado del Camino. Si yo fuera director de Marketing de Aquarius o de Cabreiroá me cuidaría muy mucho de vender mis productos en el Camino. No hay peor imagen que los cientos de botellas de ambas marcas que se pudren en las cunetas de la ruta. Es imposible dar tres pasos sin ver una lata o una botella tirada, o unos kleenex o el envoltorio de una barrita energética o incluso unas zapatillas, unas botas o una compresa. Lamentable. Si los peregrinos no somos capaces de cuidar el Camino, cómo vamos a pedir a políticos e instituciones que lo hagan?.

En Toxibo ocupamos pacíficamente la mesa de un jardín para tomar algo de chocolate y agua. El Camino sigue ascendiendo hasta Gonzar y Castromaior, donde esperábamos encontrar algunos bares abiertos donde tomar algo caliente. Pero todo está cerrado. Algunos paisanos nos comentan que esto del Xacobeo es bueno en verano y en Santiago, pero que de esos pequeños pueblos no se acuerda nadie, y menos en invierno. El sol que ha estado intentando salir desde el mismo momento que hemos empezado a andar se da por vencido y se esconde detrás de gruesas nubes negras que amenazan lluvia. No hace el frío de ayer pero todavía encontramos bastantes charcos helados y el viento comienza a molestar.

Casi desfallecidos encontramos a la pareja de Toledo en el Bar Labrador de Ventas de Narón. Salieron de Portomarín sin provisiones ni agua y no han encontrado nada abierto hasta allí. Sellamos nuestra credencial y sólo pedimos un poco de agua dado el trato distante y frío que nos dispensan.

Seguimos ascendiendo la sierra de Ligonde. Los últimos metros son francamente duros y el viento aprieta más fuerte, pero no llueve de momento. En la ermita de San Marcos que hay en la cumbre hacemos sonar la campana de su espadaña. Vacas, hórreos y algunos perros son nuestros únicos compañeros mientras seguimos atravesando pequeños pueblos, algunos tan cargados de historia como Ligonde donde varios carteles avisan del paso por algunas de sus casas de Carlos V o del mismísimo Felipe II en su viaje a Coruña para contraer matrimonio con María Tudor. En un último esfuerzo ascendente llegamos a Eirexe. Sellamos en el Albergue de Peregrinos donde nos atiende una entrañable y simpática hospitalera. Justo enfrente y cuando empieza a llover entramos a comer en el Bar Conde de Waldemar. Allí encontramos a dos peregrinas bastante perjudicadas que no teníamos situadas y a cuatro jóvenes peregrinos que hablan de caminar hoy hasta Melide, lo que sería hacer 22Kms más.

Unos huevos fritos con jamón y patatas espectaculares, unas tortitas con sirope de chocolate y un café nos llenan de energía como para atrevernos a seguir adelante. El primer chaparrón ha cesado pero continúa cayendo una fina lluvia que apenas incomoda salvo cuando las rachas de viento acechan con fuerza. Nos ponemos los pantalones de agua y las fundas para la mochila y cuando reemprendemos la marcha llegan a comer la pareja de Toledo. Están bastante tocados y cojean visiblemente pero quieren llegar a Palas de Rey. Los siete kilómetros que nos quedan los hacemos a buen ritmo aprovechando un aburridísimo tramo de Camino adherido a una carretera local sin apenas tráfico. La lluvia empieza a arreciar cuando bajamos del Alto del Rosario, desde el que los peregrinos medievales divisaban el Pico Sacro y rezaban el Santo Rosario. Pero ya estamos en Palas de Rey. Sellamos en el Albergue de la Xunta, donde también llegan los cuatro jóvenes madrileños que conocimos en Eirexe y a continuación entramos en La Cabaña, el complejo hotelero en el que tenemos reserva. Ducha, descanso y colada.

Mañana nos espera otro tanto hasta Ribadixo, pero el mero pensamiento del pulpo que comeremos en Casa Ezequiel en Melide nos llena de ganas y energía.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Etapa 1: Sarria - Portomarín: Hielo, hielo y más hielo

El Tren Hotel Barcelona - La Coruña nos dejaba puntualmente a las 8.45 en la estación de Sarria. La verdad es que la cena y el desayuno a bordo fueron más que aceptables pero el descanso en un sitio que no deja de moverse resulta francamente complicado.

Cuando bajamos del tren Sarria nos recibe con una fenomenal helada. Los termómetros marcan -4 grados. Del tren bajan también una decena de peregrinos, que se pierden por las calles solitarias de la ciudad. Como ya tenemos nuestra Credencial, nos lanzamos directamente hacia la derecha hasta encontrar las primeras flechas amarillas al otro lado del río.

El frío es intenso y los campos se ocultan bajo una fortísima capa de hielo que lo congela todo. En medio de ese silencio unas fuertes señales acústicas y visuales detienen nuestro caminar ante el ruidoso paso de un tren. Cruzado el paso a nivel el Camino asciende y desciende continuamente, lo que acaba pasando factura a las piernas. En Vilei, una villa ayer abandonada y hoy restaurada, sellamos por primera vez, en una increíble "Area de descanso" (en mitad de la nada, en una cochera abierta han instalado una decena de máquinas de vending que ofrecen casi cualquier cosa a los peregrinos. En Mercado da Serra llamamos a la puerta de una tienda/bar en el mismo momento en que llega la dueña. Reponemos fuerzas y calor con unos chocolates y un ColaCao. Y con buen ritmo seguimos rumbo a Ferreiro.

Repetidas veces el hielo ocupa todo lo ancho del Camino, y otras veces este se ve ocupado por unas potentes torrenteras que debemos salvar caminando sobre las piedras. Allí nos cruzamos con los primeros peregrinos de la jornada. Tres hombres acompañados por un perro abandonado, al que han llamado "Peregrino", caminan a ritmo fuerte. Apenas llegan a decirnos que vienen andando desde Villafranca del Bierzo donde empezaron hace una semana. Pero Manolo se descuelga de ellos, y le acompañamos durante un trecho. Ayer hizo la burrada de meterse 40 kms entre pecho y espalda. Y ahora lo está pagando. En Barbadelo ha llamado a un Taxi para que le lleve la mochila a Portomarín. Su intención es acabar allí la etapa, pero no lo tiene claro. Poco a poco se va quedando atrás.

Trago de agua en Morgade, buscando los ténues rayos de sol que no consiguen hacer que la temperatura suba por encima de 0. En Ferreiros celebramos el paso por el mojón del km 100 y entramos en Casa Cruceiros donde damos buena cuenta de una excelente y generosa porción de empanada sentados al lado de una estufa mientras la televisión nos ofrece las imágenes de la ola de frío polar que atraviesa medio mundo. Cuando estamos terminando, llega Manolo, que ha decidido comer algo allí y pedir un taxi que le lleve a Portomarín. Sus piernas ya no le siguen y además anda muy congestionado de nariz y garganta. Antes de seguir ruta cambiamos el bordón de Alvaro por uno más nuevo y adecuado a su altura.

El sol empieza a calentar tibiamente y eso provoca que las placas de hielo empiecen a derretirse convirtiendo algunos tramos del Camino en una terrible mezcla de hojas, barro y hielo. Dos paradas, una junto a una cruz para tomar un poco de chocolate y algo de Aquarius y otra en un peculiar lugar llamado "Artesanía Peter Punk", que vende extraños y "alternativos" souvenirs a los peregrinos mientras Joaquín Sabina suena por la radio a todo volumen. Las fuerzas ya van muy justas cuando nos encontramos con una pareja de Toledo. Han empezado en Sarria esta mañana y juntos descendemos la brutal bajada que nos conduce al puente sobre el Miño que hace de puerta a Portomarín. Las rodillas empiezan a quejarse, y más cuando tenemos que ascender las casi cincuenta escaleras que dan acceso definitivo a la ciudad.

Cerca de la Iglesia Fortaleza nos cruzamos con una comitiva fúnebre que sale camino del cementerio. Sellamos nuestra credencial en el Albergue Municipal y continuamos apenas 50 metros más hasta llegar a nuestro alojamiento de hoy: la Pousada de Portomarín, un antiguo Parador Nacional bien conservado que nos ofrece una cordial y cálida acogida. Una ducha reparadora nos devuelve la vida. Cambio de ropa y lectura de descanso mientras esperamos la hora de la cena.

Hoy a las 20 horas estaremos cenando, y a las 21, durmiendo. Mañana nos esperan 25kms hasta Palas de Rey, y las gentes del lugar nos han avisado que es probable que por la tarde llueva.

lunes, 20 de diciembre de 2010

La preparación

Aunque hacer el Camino de Santiago está al alcance de casi cualquier persona que goce de buena salud es necesario entrenar un poco antes de partir. Es necesario que conozcamos nuestras fuerzas y hasta donde somos capaces de llegar. A veces pensamos que podemos hacer más kilómetros de los que nuestro cuerpo nos permite o al revés. Por otro lado no es lo mismo caminar un día 20 kilómetros y seguir nuestra rutina habitual que caminar 20 kilómetros un día tras otro.

La mayor parte de los peregrinos (como es nuestro caso) somos gente de vida sedentaria, poco dados a largas marchas. Así que tendremos que evitar forzarnos demasiado. Vamos de Peregrinos, no de atletas. Hacemos el Camino de Santiago, no una contrareloj. Es importante seguir un ritmo adecuado de paso, y descansar cada hora para reponer fuerzas comiendo algo azucarado y bebiendo agua o bebidas energéticas.

Antes de ponernos en marcha las botas deberán llevar caminados al menos unos 50 kms. También es conveniente caminar con la misma ropa que luego haremos el camino para ver si nos sentimos cómodos con esos calcetines, ropa y mochila, si el peso es excesivo...

Compensa dedicar tiempo a planificar las etapas, aunque luego el día a día del Camino nos corrija sobre la marcha dicha planificación. Pero es importante conocer donde están los bares, albergues de cada etapa... Resulta terrible pasar un par de horas esperando un bar o una tienda que pensábamos que estaba aquí al lado.

Así, en principio nuestra planificación nos lleva a esta ruta:

Domingo 26 Diciembre
Sarria - Portomarín: 23 kms

Lunes 27 Diciembre
Portomarín - Palas de Rey: 25 kms

Martes 28 Diciembre
Palas de Rey - Ribadiso de Abajo: 26 kms

Miércoles 29 Diciembre
Ribadiso de Abajo - Amenal: 25 kms

Jueves 30 Diciembre
Amenal - Santiago: 14 Kms

sábado, 18 de diciembre de 2010

Nuestro equipo

Hacer el Camino de Santiago en invierno requiere de un equipo especial. El frío, la lluvia, el barro y la nieve pueden convertirse en peligrosos compañeros de peregrinación si no vamos bien preparados. El equipo que llevaremos consta de:

- Mochila: cómoda y de unos 40 litros. Conviene salir al monte con ella cargada unas cuantas veces para ir calibrando su peso y acostumbrando nuestra espalda y hombros
- Botas impermeables (de Gore-tex) y suela Vibram. Unas Meindl para mí y unas Lowa para Alvaro. Cuando lleguemos a Sarria, las botas habrán hecho unos 70 kilómetros en nuestra preparación. Es una locura estrenar botas en el Camino
- Calzado alternativo para la tarde (zapatillas deportivas)
- 2 Camisetas interiores térmicas
- 1 forro polar
- Un anorak impermeable con forro interior desmontable
- 1 pantalón de montaña
- 1 pantalón de repuesto
- Gorro, guantes y braga para el cuello
- Pantalones de agua y un poncho o capa
- 1 paraguas plegable
- 3 pares de calcetines de trekking, sin costuras interiores y reforzados en planta, puntera y talón
- 3 mudas y 1 pijama
- 1 frontal para poder caminar de noche o en las primeras horas del día.
- Cuaderno del Peregrino, de Antón Pombo, Ed. Anaya.
- 1 bolígrafo
- 1 cámara de fotos con cargador
- 1 cargador de móvil
- Cantimplora
- Neceser completo (peine, set dental, set afeitado, desodorante, colonia...)
- Botiquín (aguja e hilo para las ampollas, polvos de Dr. School relajantes de los pies, paracetamol, cacao para los labios, crema hidratante tipo natusan,
- Al dormir en hostales y pensiones no necesitamos llevar ni saco de dormir, ni esterilla, ni toalla.
- Concha vieira que nos identifique como peregrinos
- Bordón o bastón
- Credencial del peregrino y Acreditación Jacobea Universitaria
- Cartera impermeable con DNI, Tarjeta de Asistencia Sanitaria, tarjeta de crédito, algo de dinero en efectivo y la IberiaPlus (:-))

jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Por qué peregrinamos?

2010 es el último año Jacobeo (aquel en el que la fiesta de Santiago -el 25 de Julio- coincide en domingo) de los próximos 11 años. Hasta 2021 no se volverá a dar esta circunstancia, así que 2010 es un año especial.

Alvaro (9 años) ha estado este trimestre de intercambio en The Heights (Washington DC) así que nos hemos visto poco. Para colmo cuando él volvió, a mí me pilló la época más dura de trabajo con multitud de sesiones, viajes larguísimos y nos hemos visto poco. Así que estos cinco días padre e hijo solos van a servirnos para hablar todo lo que no hemos hablado durante estos meses.

Cinco días en los que habrá oración, penitencia, sufrimiento, amistad, cultura, historia, fraternidad, encuentros... Cinco días que te los contaremos por aquí.